LdeLenguaPara esta entrega de LdeLengua, el número 57, contamos con una entrevista que Lucas Pérez de la Fuente ha realizado a Salomé Monasterio e Iker Erdocia, profesores del Instituto Cervantes de Cracovia , en la que se trata el tema de la motivación, una cuestión que hace tiempo queríamos traer a las charlas de nuestro podcast.

Como los propios entrevistados indican en la presentación de sus talleres, los aspectos cognitivos de los procesos de adquisición de idiomas, desde siempre, han recibido una mayor atención por parte de los investigadores, en detrimento de otros aspectos como la introversión o la extraversión, la empatía, la ansiedad, la estabilidad emocional, la autoestima y la motivación, que conforman la dimensión afectiva, de gran relevancia en el aprendizaje de segundas lenguas.

El trabajo de Iker y Salomé se basa en esta serie de aspectos con el objetivo de fomentar la reflexión sobre la importancia de la afectividad en el aula de español, haciendo hincapié en la variable de la motivación, tanto desde el espacio del profesor como del alumno.

Datos técnicos: este podcast está disponible en una versión estéreo de 128 kbps en formato mp3 con una duración de 18 minutos y un peso de 17 MB.

Editorial Difusión

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5 Responses

  1. ¡Hola a tod@s!

    Gracias por este podcast que habla sobre la motivación y la afectividad en el aula E/LE. Personalmente, es un tema que me interesa mucho por mi labor diaria como profesora de lengua española.

    En esta entrevista realizada por Lucas Pérez de la Fuente, Salomé Monasterios e Iker Erdocia hablan sobre cuestiones importantes en el aula E/LE. En primer lugar, me gustaría destacar, al igual que ellos, la importancia que tienen la motivación y la afectividad en el contexto educativo.

    Personalmente, considero que son dos elementos claves en la enseñanza y aprendizaje, no solo de lenguas sino de todas las materias. Principalmente, las personas que deciden aprender una lengua extranjera (LE) suele ser por necesidad para integrarse en la cultura de acogida y así poder desenvolverse en su quehacer diario, o bien, por cuestiones profesionales. Ahora bien, debemos tener en cuenta, como señala Iker, que la dimensión afectiva no se empezó a tener en cuenta hasta mediados de los noventa. Realmente, considero que se trata de un aspecto relevante para conseguir los objetivos en la enseñanza y en el aprendizaje.

    Así pues, para fomentar la afectividad y la motivación, debemos definir muy bien los papeles y funciones del profesorado, así como las del alumnado. En este sentido, debemos tener en cuenta que la enseñanza sigue un enfoque orientado a la acción, tal como se recoge en la entrevista y en el MCER.

    La figura del profesor, ya no es el que se dedica a transmitir simplemente conocimientos teóricos (profesor lector, de la enseñanza tradicional) sino que va más allá en su función, puesto que su papel es el de facilitador. Es importante que este tipo de profesor facilitador tenga los conocimientos de la materia que imparte, pero también es fundamental la metodología que sigue en sus clases, así como también debe conocer al grupo-clase, las relaciones que se establecen entre ellos, debe fomentar un clima adecuado en el aula, haciéndoles sentir cómodos en clase; ya que todo esto favorecerá al proceso de enseñanza-aprendizaje. Por tanto, a mi parecer, el docente siempre debe potenciar la confianza y autoestima de los alumnos, reduciendo “el efecto de los factores negativos y estimular el de los positivos” (Arnold).

    Asimismo, el profesor debe tener en cuenta la secuencia de actividades que desarrollará en el aula, así como las destrezas a trabajar. Para esto es importante, tener en cuenta la idiosincrasia del grupo con el que se esté trabajando. Las actividades deben ser motivadoras y que estén relacionadas con las vivencias o la realidad inmediata del alumnado, para que así este se sienta partícipe del proceso de aprendizaje, teniendo en cuenta sus intereses, necesidades y objetivos. Por tanto, como propone Salomé, estas actividades deben tener en cuenta la “comunicación real, variada y atractiva”, aquí podríamos insertar actividades TIC para también fomentar la motivación de la que hablamos. Es vital que se produzca la interacción grupal, de manera que como profesores deberemos trabajar las dinámicas grupales, para así fomentar la responsabilidad, la reflexión y autonomía del aprendizaje por parte del alumnado.

    Por último, me quedo con consejo que nos dan al finalizar la entrevista. Coincido plenamente en que todo buen docente debe tener en cuenta la dimensión afectiva del alumnado y la adecuación al contexto, sin olvidar el aspecto motivacional. ¡Me lo apunto! 😉

    Saludos,
    Verónica C

  2. ¡Hola a tod@s!

    En primer lugar, me gustaría dar las gracias a LdeLengua y a Lucas Pérez de la Fuente, Salomé Monasterio e Íker Erdocia por tratar la motivación y la dimensión afectiva en el aula E/LE. Como ell@s, creo que son cruciales para poder alcanzar con éxito los objetivos de enseñanza-aprendizaje que nos propongamos, sea en el aula E/LE o en el aula de cualquier otra disciplina. Aunque, desgraciadamente, en muchas ocasiones, sea por el contexto, por la inexperiencia del profesor o por otros motivos, se ignora.

    Si consideramos la visión holística del aprendiente, tendremos que tener en cuenta el aspecto cognitivo, el físico y, también, el afectivo. Una secuencia didáctica bien programada y con actividades significativas para el alumno que incluyan todas las destrezas y un aula agradable son importantes, pero no lo son menos factores como la ansiedad, la baja autoestima o no tener en cuenta el estilo de aprendizaje de los alumnos, pues pueden impedir que los objetivos de enseñanza-aprendizaje se logren. Por ello, pienso que promover una atmósfera relajada en clase, fomentar las relaciones interpersonales del grupo-clase, considerar el error como parte inevitable del proceso de aprendizaje y no como un fracaso y, también, hacer un buen análisis de las necesidades de los alumnos, si puede ser, anterior al inicio del curso, contribuirá a que la experiencia sea exitosa.

    También estoy totalmente de acuerdo en el cambio de rol tanto del profesor como del alumno. El papel tradicional del docente, esa figura que tiene la verdad absoluta, y el del alumno, ese ser pasivo que solo absorbe el conocimiento transmitido por su profesor, cambia al profesor facilitador y al estudiante autónomo, que controla su propio proceso de aprendizaje, guiado por el primero. Y ambas figuras, profesor y alumno, deben estar motivadas.

    Es cierto que, muchas veces, por el contexto educativo en el que trabajamos, tener en cuenta la dimensión afectiva del estudiante puede ser complicado. Pero creo que deberíamos realizar un esfuerzo por tener todas las variables mencionadas anteriormente en cuenta porque, de esta manera, las metas de enseñanza-aprendizaje que nos propongamos en el aula estarán más cerca de ser alcanzadas.

    Saludos y ¡gracias de nuevo!

    Patricia

  3. Hola a todos,

    antes que nada me gustaría agradecer también a Salomé e Iker por la entrevista que me ha parecido muy interesante. Yo siempre he intentado motivar a mis alumnos y considero que es un factor clave para las clases de ELE, pues ya sabemos que de ello depende gran parte del éxito del aprendizaje de los discantes. No obstante, también conocemos lo difícil que es que los alumnos siempre estén motivados. Y la verdad es que en algunas ocasiones he notado esa falta de motivación y no he sabido cómo reaccionar, lo que me ha llevado a perder la motivación a mí también o el control de la clase, al intentar «rescatarla» inútilmente. Esto se ha debido a diversos factores que varían desde la falta de adecuación al contexto de aprendizaje hasta por el estado anímico de los alumnos. Y es que, si bien me he encontrado ante situaciones, en especial en clases de EUP, en las que yo misma he notado que quizás no estaba realizando actividades o enseñando a mis alumnos siempre los conocimientos que ellos necesitaban para su trabajo, por lo que me di cuenta de cómo descendía su interés. En otros casos, me he percatado de que el estado físico u anímico les afecta notablemente no solo en la concentración, sino también en la motivación. Esto es así, ya que, por ejemplo, si están cansados del trabajo, enfermos, tienen problemas en casa etc. no se encuentran tan animados en las clases.

    Por esta razón, creo que es esencial tener en cuenta todos esos aspectos afectivos que influyen a nuestro alumnado con el objetivo de facilitar un ambiente lo más agradable posible considerando dichos elementos emocionales, anímicos o físicos que pueden entorpecer el aprendizaje. Asimismo, en lo referente a la adecuación del contexto, está claro que tenemos que tener una buena preparación previa y conocer las necesidades exactas de los alumnos, haciendo cuestionarios sobre sus objetivos y necesidades previamente, por ejemplo. Así, como ya es conocido, hay que tener también en cuenta la autenticidad de la lengua, el aprendizaje significativo, las clases dinámicas, la autonomía y libertad del alumno, o sea, todos esos factores que propician la motivación.

    Es obvio que es muy complicado tener a nuestros alumnos siempre motivados cuando ciertos aspectos afectivos entran en juego. Por ello, creo que sería interesante hacer algún tipo de estudio que permitiera ayudar a los profesores como facilitadores para enfrentarse mejor a alumnos con sentimientos, actitudes y comportamientos que bloquean la motivación y el interés. Igualmente y personalmente, me gustaría aprender sobre cómo conseguir la motivación de los más pequeños o de aquellos escolares que aprenden español por obligación, pues creo que es un tipo de grupo meta que se presenta como un reto en cuanto a la motivación se refiere.

    Es muy cierto que, como apuntan Salomé e Iker, es imprescindible conocer ante qué grupo meta nos encontramos para acercarnos lo máximo posible a sus intereses y conseguir, así, una mayor motivación.

    Por último, opino que no solo es el alumno quien ha de estar motivado, sino también el profesor, pues una vez experimenté como alumna, y estando muy motivada, la falta de entusiasmo e interés de una profesora cuando impartía la clase, la falta de motivación que nos daba, las pocas ganas que tenía etc. Todo eso llevó a que perdiera interés o repercutió en mi motivación de alguna manera. Por eso, es importante que al profesor, como facilitador de la lengua, le guste su trabajo, disfrute con ello, al igual que esté anímicamente bien.

    Un saludo,
    Carolina

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